Cuando el Héroe Nacional cubano, José Martí, sentenció que la agricultura es la única fuente constante, cierta y enteramente pura de riquezas, de seguro su portentoso pensamiento no sólo se refirió a los frutos arrancados a la tierra fértil por manos laboriosas de labriegos.
Convencido estoy que el Maestro también pensó en esos lugares puros y apartados del campo, donde se crían las grandes fuerzas con una referencia obligada a los valores morales, éticos y patrióticos de las mujeres y hombres de sol y surco.
Las huestes mambisas, en plenos tiempos fundacionales, agruparon en sus filas a centenares de guajiras y guajiros; todos dispuestos a ganar en los campos de batalla la libertad que convocó a un pueblo esclavo a luchar por su consecución.
Fueron también campesinos quienes, después del aciago desembarco, prestaron ayuda, dieron comida, agruparon a perdidos y los guiaron por senderos peligrosos hasta cerrada montaña.
Tiempos después e inspirados en el fecundo pensamiento martiano, cansados de desmanes y crímenes de geófagos y terratenientes amparados en el plan de machete, aquellos mismos guajiros, se fundieron a los hombres de barba y verde olivo para clamar justicia, y se fueron, allá, a los parajes de Soledad de Mayarí Arriba.
El triunfo vindicó con obra más que con palabras el derecho del hombre de campo a trabajar con denuedo hasta extraer a la madre tierra todas las riquezas que la vida necesita, lo dotó de una herramienta aglutinadora que pronto cumplirá 55 rejuvenecidos años.
Hoy cuando las torceduras de nuevos y convulsos tiempos imponen lógicos retos, el campesinado cubano, firme, como siempre, se atrinchera en el trabajo creador, no por placer sublime, sino como un digno deber para desatar fuerzas y llevar al plato ciudadano el alimento que sale de sus manos y vergüenza.
Los anapistas, mambises y rebeldes de hoy, nunca cambiarían dinero por moral, abundancias materiales por dignidad, y mucho menos lealtad y respeto al pueblo, por baratijas y miserias humanas.
Producir, producir y producir es le reto inmediato. Reto que alcanza particular significación cuando los aires traen el ejemplo de 90 años en una vida consagrada al bienestar humano, a la defensa de principios y al apego incuestionable al pueblo cubano