
En más de una ocasión hemos sido testigos de la ausencia de viandas y otros productos en los mercados y puntos de ventas. Críticas e hipótesis inundan nuestras mentes y en ocasiones nos convertimos en verdugos.
Digo verdugos, de manera metafórica, porque sin tener conocimiento de causa enjuiciamos a quienes desde el surco garantizan estas producciones. Y es que los campesinos y las campesinas en Amancio, merecen nuestro respeto y admiración.
No solo por la labor que protagonizan, si no por la constancia y sistematicidad. Enfrentan carencias, limitaciones y hasta se convierten en figuras extraterrenales al desafiar la sequía y lograr nutritivas cosechas.
Nombres como Francisco Rivero, Rafael Ferreiro y Rogelio Nieto; así como las familias Gerpe y Castellano continúan en la primera línea, guiando a quienes buscan en cada mañana la respuesta que le ofrece la madre Natura. Otros, más jóvenes, llegan con los deseos de hacer la diferencia en cooperativas de créditos y servicios o cooperativas de producción agropecuaria.
Los productores y productoras locales desarrollan programas que son referencia en la provincia de Las Tunas. La entrega de leche, la producción de miel, cera y propoleo, y los rendimientos en el arroz que superan las 6 toneladas por hectáreas, son algunos ejemplos que nos ilustran la valía de estos hombres y mujeres.
Por eso, en momentos en los que el desarrollo local se impone, vale la pena reconocer a estos hacedores de espíritu que engrandecen la campiña y con ella, esas genuinas tradiciones cubanas.